lunes, 22 de noviembre de 2010

Adiós, cochecito mío.


Hoy digo adiós a mi coche de siempre. El coche con el que aprendí a conducir, el que cambió el "recógeme" por el "te recojo", el de llevar a la chica a Altorreal, el del primer polvo en coche... El coche que me ha llevado y traído en los mejores años de mi vida. Le digo adiós con un accidente, pero lo recordaré llevándome con Pleymo a toda castaña y las ventanillas bajadas en verano.
Una chica ha decidido frenar bruscamente en un semáforo recién puesto en ámbar y mi padre, que me llevaba a la universidad porque necesitaba luego el coche, ha chocado por detrás.


A mi padre le duele un poco el pié y y a mí me duele la espalda, pero la peor parte se la ha llevado el coche, que se ha comido de lleno la bola "de remolque" que llevaba el de delante que, aunque parezca mentira, no tenía más que un par de rasguños. Según parece el golpe ha movido el motor o no se qué historia y cuesta un huevo repararlo, así que se tendrá que ir al desguace directamente.

En fin... Adiós, cochecito mío. ¡Te recordaré siempre!