domingo, 25 de octubre de 2009

Ardor en el pecho

Hoy he estado hablando con una persona con la que perdí la amistad hace un tiempo, involucrada en la historia que hizo que lo dejara con mi ex. Una historia que nunca conté abiertamente en mi blog por el sobreesfuerzo que me supuso pasar página, y hoy no va a ser distinto.
Es curioso mirar atrás y recordar todo lo que pasó, como descubrí de la noche a la mañana (literalmente) que todo lo que había hecho por esa persona durante dos años no tenía valor alguno. Cómo fui objeto, casi por azar, de una caza de brujas de la que no había escapatoria, fuera culpable o no.

La verdad es que siempre he envidiado (en parte) a la gente que puede darle una patada al pasado, a la tristeza, cerrar el libro que estaba escribiendo y empezar otro, con otra historia, otros personajes... Empezar de cero. Cuando tomé la decisión de dejar de intentar sacar a flote la historia agonizante en la que se había convertido ese libro, tuve que forzarme a mi mismo a olvidar. Y a pesar de lo que puede parecer mirándolo todo desde fuera, no fue nada fácil. Probé con todo: tristeza, odio, decepción, esperanza...
Realmente no fue nada en concreto lo que hizo que desapareciera el maldito ardor en el pecho que aún a veces se pasa a ver que tal va todo. Me apoyé en mis amigos, las clases... incluso me resultó de gran ayuda "Cómo conocí a vuestra madre" (una serie sobre la vida y el amor que hace ver las cosas desde otro punto de vista con su justo balance entre realidad y humor). Al final poco a poco el ardor fue cesando, los lloros expontáneos desapareciendo y los recuerdos archivándose en la sección de "cosas que por una razón u otra formaron parte de tu vida y no te arrepientes de haber hecho porque con ello aprendiste una valiosa lección".


Ahora mismo soy feliz. Me siento querido por mis amigos, llevo seis meses con la chica sin nombre, a la que cada día que pasa quiero más y mantengo mi cabeza ocupada con infinidad de hobbies: informática, mi grupo de música, salir por ahí, el gimnasio, rol, airsoft...

Sé con certeza que ese ardor en el pecho que acompaña a los viejos recuerdos de lo que un día (inmerecidamente) significó tanto para mí, en realidad...
NO VALE UN DURO.