"Segunda estrella a la derecha, todo recto hacia la mañana". Era el camino hacia el país de nunca jamás, donde todo el mundo era niño para siempre y jugaba y reía sin preocupaciones. Peter Pan renunció a eso, quería ser mayor, se casó y tuvo dos maravillosos hijos, y un móvil. Su vida se convirtió en una extresante, seria e insustancial vida. Hasta que un día tuvo que luchar para recuperar los poderes de su juventud.
En este cuento no los vas a recuperar. No volverás a volar, no volverás a cacarear... En este cuento, cuando se marchite tu juventud no podrás recuperarla. No podrás quedar con tus amigos para ir de botelleo, ni al ciber, ni a una fiesta universitaria, tampoco podrás salir a tomarte algo a un lugar con ambiente, ni conocer gente desinteresadamente, no podrás ir a conciertos, ni pasarte un videojuego, porque todo eso entonces sí que estará mal visto.
Cuando pases la barrera de los 30, tendrás que dejar todo eso de lado. Ya no tendrás que estudiar o arreglar tu habitación, tendrás que ocuparte de tu trabajo, de tu hipoteca, de mogollón de papeleo y facturas, de tu imagen, de que tu pareja no te los ponga por ser un jodido amargado inmerso en la rutina, esa rutina que vas a llevar hasta que te mueras. Y cuando te des cuenta de todo esto, no podrás hacer mas que llorar mientras pasas la aspiradora por la cocina.
Si quieres pasarte el resto de fines de semana de tu juventud sentado en la mesa de un bar sin decoración con cuarentones bebiendo Gintonic, allá tu. Yo elijo disfrutar la juventud mientras poco a poco voy teniendo responsabilidades en la vida.